Soluciones naturales: nuestra revolución en sostenibilidad agrícola
Existen olores y sabores que actúan como detonantes de un recuerdo. Cada uno de nosotros tenemos en nuestra memoria ese aroma, ese condimento que nos transporta a la infancia. Para algunos es el olor a tierra mojada con el rocío de la mañana, para otros es ese momento de morder un tomate abierto por la mitad, con un chorrito de aceite y sal.
El verano es la mejor temporada para los tomates, pero difícil sería que una variedad en el supermercado rivalizara con aquel cultivado y recogido en la propia huerta o con el sabor que guardamos en nuestra memoria de cuando éramos niños.
¿Por qué las cosechas que venden en el supermercado no parecen como las de “antes”? ¿Hace cuánto que no comes un tomate sabe de verdad a tomate?
Cada vez cuesta más que las frutas y verduras mantengan toda su esencia, esa explosión de sabor, sus características organolépticas… todo esto se debe a la falta de un único ingrediente: la sostenibilidad.
La agricultura y sistema de producción actual no tiene en cuenta el impacto negativo que se ejerce sobre el medioambiente. Esta agricultura convencional busca maximizar beneficios, un nivel de producción desbordante a costa de la salud del ecosistema y los propios consumidores.
Frente a la agricultura tradicional nació la denominada agricultura ecológica, biológica u orgánica.
En sus inicios en la década de los años 90, la producción ecológica en España la formaba una modesta proporción de pequeños agricultores, hoy en día, según datos del Ministerio de agricultura, el 10% de la superficie agraria en España es ecológica (más de 2 ‘4 millones de hectáreas). Ante estas cifras no es difícil deducir que “ecológico” es ahora un adjetivo manido. Podríamos decir que sirve como un recurso atractivo para que optemos por un producto sin cuestionarlo, pero en ocasiones puede no ser una buena representación de toda la filosofía de respeto y cuidado hacia el medioambiente que hay detrás de su definición. Lo que garantiza una producción ecológica es que se ha cumplido un registro y su certificación correspondiente.
En Biotecarios preferimos utilizar un cuarto término, agricultura natural. Nos importan menos las autorizaciones, ya que nuestra atención recae en lo básico: la recuperación de las actividades agrícolas de antaño y ayudar de forma lógica y consciente a la naturaleza.
Es por esto que optamos por una estrategia de control de plagas empleando enemigos naturales, especies parasitoides o depredadores que controlen la especie plaga y su efecto dañino sobre el cultivo. Además, en el ecosistema siempre han existido microorganismos beneficiosos, pero los pesticidas y fertilizantes químicos con sus residuos han resultado muy perjudiciales para estas poblaciones microbianas, que han terminado erradicadas o inactivadas. Nuestra solución natural pasa por utilizar productos como los probióticos y prebióticos, tanto para inocular nuevas poblaciones como para alimentarlas y así potenciarlas y reactivarlas.
En Biotecarios investigamos qué herramientas tecnológicas nos permiten resignificar y fomentar las estrategias de la naturaleza. Apostamos por una agricultura sin residuos que preserve la fertilidad de los suelos y mantenga la calidad de los cultivos para conseguir que el sabor de los tomates, por poner un ejemplo, se aproxime a nuestro recuerdo del bocado perfecto.